Ángeles con franjas rojas.




De suerte que para los que no creemos en el más allá sí podamos de vez en cuando ver aparecer un ángel que tras caer al infierno y sentir todos tus huesos rotos te eleve de nuevo hacia el cielo sin misteriosas alas, ni aura, ni histora alguna: Buen mosquetón, buenas cuerdas y muy pero que muy buen hacer.
Una labor que por lo general sólo se hace pública cuando hay una cámara delante pero que se perpetúa en la sombra, día a día, con tenacidad y sin publicidad alguna, sin más recompensa que el propio honor y la solemne complicidad del auxiliado.
Caballeros, me quito el sombrero.
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